Abelardo, de Colombia
Noviembre 2020
Somos un matrimonio que vivimos en Colombia desde hace tres años. Antes vivíamos en España y precisamente fue allí donde conocimos a los santos esposos Luís y Celia.
Yo estaba buscando un sitio donde pasar un fin de semana de descanso y relajación para que mi esposa desconectara un poco de todo. Acabábamos de salir de un tratamiento de fertilidad sin obtener el resultado esperado. después de más de 6 años de intentarlo, no lográbamos ser padres. Mi esposa estaba un poco deprimida y quería levantarle el ánimo. Ella es muy católica.
Nos enteramos de la existencia del monasterio de Carmelitas Descalsas de Serra (Valencia) a través de una amiga. En cuanto llegamos al Monasterio, supe que había acertado en la elección del lugar.
Nuestra finalidad era la de pasar la noche en las habitaciones que tienen habilitadas aparte para tal fin. La Madre Superiora nos dio una calurosa bienvenida y desde ese primer instante sentimos la magia de tan maravilloso lugar.
Le contamos el motivo y las razones de nuestro viaje a la Madre Superiora y la pusimos al corriente de nuestra situación. Ella nos habló de los padres de Santa Teresita y nos contó también el caso de un padre, muy angustiado, que acudió al Monasterio en busca de ayuda una noche, pues su hija luchaba contra una terrible enfermedad y que, gracias a la intercesión de san Luis y Celia, la niña se había salvado.
Esa noche nos invitaron a rezar con las Hermanas. Fue algo mágico y especial. Al día siguiente, al terminar la misa y antes de abandonar el Monasterio, la Madre Superiora nos regaló una estampita de los Santos Luis y Celia, estampita que también tenia una reliquia. También nos prestó un libro sobre la vida de los Santos y nos recomendó que nos encomendásemos a ellos y que pidiéramos su intercesión para poder ser padres.

Así lo hicimos. Pues bien, pasado un año aproximadamente, fuimos padres felices de un hermoso niño al que pusimos por nombre MATEO, que significa « REGALO DE DIOS ».
Al cabo de unos meses, volvimos al Monasterio y se lo presentamos a la Madre Superiora dándole las gracias por sus consejos y expresándole tambien nuestra certeza de que el niño es un don, un regalo un hijo de los Santos Luis y Celia.

Al niño, le decimos quiénes son los papitos Luis y Celia y que, gracias a su intercesión, él está con nosotros. Diariamente, les encomendamos a nuestro hijo y, cuando se pone enfermo o corre algún peligro, no dudamos en recurrir a Ellos.
Aún conservamos la estampita que nos dio la Madre Superiora y que siempre colocamos bajo la almohada del niño.
Queremos volver algún día a España. Cuando llegue ese día, lo primero que haremos será ir a Francia, a Alençon para presentarles a nuestro hijo.