La familia de Luis y Celia – Carta n°31
13 de noviembre de 2019
« Querer ser santo »
« Quiero ser santa, pero no será fácil: hay mucho que desbastar y el tronco es duro como la piedra. » Santa Celia Martin (Correspondencia familiar 110)
Estas palabras de Celia a sus hijas María y Paulina, escritas el día de Todos los Santos de 1873, nos conciernen a todos: a unos, animados por el deseo de santidad, a otros porque no osan pensar en ella y, a la mayor parte porque, descorazonada, ante tal perspectiva, confundiéndola, quiza, con una perfección inaccesible, la dejan para otros.
A estos les digo : Pensad profundamente qué necesita vuestro inquieto corazón, qué necesitan los seres que os son más queridos, vuestros hijos o nietos, vuestros sobrinos o ahijados… Quizá, entendáis que lo único que todos necesitamos es: vivir según el Evangelio, seguir más de cerca a Cristo, responder a su amor…
Podemos aprovechar este mes de noviembre, con la luz que nos trae la fiesta de Todos los Santos, para meditar la bella Exhortación apostólica del Papa Francisco sobre la llamada a la santidad en el mundo actual.
Meditar la Exhortación apostólica del Papa Francisco
En ella descubriremos una santidad muy concreta, muy próxima a nosotros, en el rostro de los que nos rodean :
«3. Entre los santos puede estar nuestra propia madre, una abuela u otras personas cercanas (cf. 2 Tm 1, 5). Quizá su vida no fue siempre perfecta pero, aún en medio de imperfecciones y caídas, siguieron adelante y agradaron al Señor.»
De hecho, es una gracia especial encontrar en nuestro camino personas que viven tan cerca del Señor que nos revelan su existencia. Cuando rezan, se percibe de una manera casi tangible que están delante de Dios. Además, su vida sigue a Jesús, su modelo, al que se esfuerzan en imitar.
Por ejemplo, cuando le contaron al capitan Martin, padre de Luis, que algunos hombres estaban impresionados por su forma de rezar el Padre Nuestro, respondió: «Decidles que es porque creo.»
En su Exhortación, el Papa Francisco describe la jornada de una madre de familia que se esfuerza por vivir en este espíritu y que se traduce en pequeños gestos.
«16. Por ejemplo: una señora va al mercado a hacer compras, encuentra a una vecina y comienzan a hablar y vienen las críticas. Pero esta mujer dice en su interior : «No hablaré mal de nadie.» He aquí un paso en la santidad. Luego, en casa, su hijo le pide conversar sobre sus cosas y, aunque está cansada, se sienta a su lado y lo escucha con paciencia y afecto. Otro acto que santifica. Después, viene un momento de angustia, pero recuerda el amor de la Virgen María, toma el rosario y reza confiada. Otro paso de santidad. Luego va por la calle, encuentra a un pobre y se detiene a hablar con él con cariño. Un nuevo paso hacia la santidad también.»
Y concluye así :
« 34. (…) La La santidad no te hace menos humano, porque es el encuentro de tu bebilidad con la fuerza de la gracia. En el fondo, como decía León Bloy, en la vida solo existe una tristeza: «la de no ser santos».
Si la santidad consiste en amar a Dios en las cosas de cada día, amor que da sentido a nuestra vida y procura una felicidad que no se engaña, además de hacer lo posible por alcanzarla, pidiéndosela al Señor en la oración, ¿no debemos desearla para nosotros mismos y para los que amamos?
A Celia le gustaba ir en peregrinación, a primera hora del día, a la basílica de Nuestra Señora de Sées, con ocasión de la fiesta de la Inmaculada Concepción, para rezar ante la Virgen María. Así expresa sus deseos a su hija Paulina : «Este año, iré también a ver a la Santísima Virgen muy de mañana, pues quiero ser la primera en llegar. Le ofreceré un cirio, como siempre, pero no le pediré más niñas; únicamente que las que me ha dado sean todas santas y que en eso yo las siga de cerca, pero tienen que ser mucho mejores que yo». (CF 147 a su hija Paulina del 5 de diciembre de 1875)
Propósitos
Acrecentemos en nosotros el deseo de ser santos.
Dejemos resonar en nosotros las palabras del Papa Francisco que más nos hayan impresionado.
- Pensando en todas las gracias y testimonios que hemos recibido en nuestra vida, ¿qué debemos hacer para que la santidad sea nuestra única meta?
- ¿Qué rasgos nos pueden acercar más a Dios? Meditemos, por ejemplo:
- «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.» Mateo 5,43-48
- y /o :«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.» Lucas 6,36-38
- o cualquier otro pasaje de la Sagrada Escritura que nos pueda ayudar en nuestro camino hacia la santidad.
¡Qué la oración sea una constante en nuestra vida!
Podéis contar con las oraciones de los miembros del Santuario de Luis y Celia de Alençon.
P. Thierry Hénault-Morel, rector del Santuario
Gracias por vuestra actividad misionera, por la difusión de esta carta y por mandarnos las direcciones de aquellas personas que penséis pueden apreciarla. Esta carta puede ser distribuida en papel, mostrada a vuestras relaciones, a vuestro párroco…