La familia de Luis y Celia – Carta n°30
13 de octubre de 2019
Al ser nombrado rector del Santuario de la familia Martin de Alençon en septiembre, he descubierto con admiración las cartas del 13, redactadas por Guy Fournier que ha ejercido la función de administrador del Santuario durante todo el año. Sé cuánto lo apreciáis. Creo incluso que algunos os reunís a menudo para meditarlas. Deseoso de seguir su ejemplo, os envío esta 30a carta, contando con vuestra indulgencia. Como Guy permanecerá en el Santuario, ¡trataré de aprovechar sus consejos!
« Deseo de tener hijos »
« Me gustan los niños con locura, he nacido para tenerlos; pero pronto llegará el dia en que esto se acabe. Cumpliré 41 años, la edad de ser abuela, el 23 de este mes. » Celia a su cuñada. C.F. Nº 83 del 15 de diciembre de 1872
En este mes de octubre en el que celebramos la fiesta de santa Teresita del Niño Jesús, queremos hacer mención de esta reflexión de su madre unos quince días antes de su nacimiento.
Después de haber dado a luz a ocho hijos y de haber perdido a cuatro, nos impresiona el amor a la vida que manifiesta Celia y su deseo de recibir al que está esperando.
Sin embargo, no es ingenua y teme la gastroenteritis que, en aquel momento, se llevaba a bebés que no podían ser alimentados por sus madres.
Sin fuertes defensas inmunitarias, eran vulnerables a la leche de vaca que aún no se pasteurizaba. En la década siguiente al nacimiento de Teresita la leche comenzará a pasteurizarse.
Por mucho que Celia sueñe con alimentar al hijo que espera, sabe que, desde el nacimiento de María Elena, no puede hacerlo. Al nacer Teresita «muy fuerte y muy sana» conserva la esperanza de poder alimentarla.
Pero, dos meses más tarde, para salvarla, Luis y Celia Martin, por consejo del doctor Belloc, llaman a Rosa Taillé, una nodriza a la que aprecian, aunque anteriormente no pudiera evitar la muerte de su hijo José Luis. La prueba de esta pareja no es la infertilidad, sino la dificultad que existía en la época de sacar adelante a los hijos pequeños.
Con el salmo 139, demos gracias por la maravilla que somos
«Tú has creado mis entrañas,
Me has tejido en el seño materno.
Te doy gracias porque me has plasmado portentosamente,
porque son admirables tus obras.»
Salmo 139 (138) 13-1
El creyente da gracias a Dios al ver la maravilla que es el hombre y la acción creadora de Dios. Pero es consciente de la fragilidad de la vida y de la necesidad de una verdadera solidaridad para que poder florecer y desarrollarse. La familia, por si sóla, no es suficiente en ciertos momentos.
Teresita permanecerá 13 meses en casa de la nodriza, antes de volver con los suyos.
Propósitos
Nos tomamos un tiempo para:
- reflexionar sobre nuestra vida personal y la de los que nos rodean, sobre la personas y los acontecimientos que han permitido el triunfo de la vida;
- acoger los testimonios de los demás y los nuestros que han contribuido a construirnos interiormente.
Personalmente, al recordar hoy este deseo de tener hijos, tan fuertemente expresado por Celia, pienso en un matrimonio que recibí en la parroquia donde he estado ejerciendo mi ministerio sacerdotal hasta hace unos días. Iban a pie al Monte San Miguel y, antes de comenzar su ruta matinal, me confiaron el motivo de su peregrinación:
«Llevamos casados diez años, pero, hasta hoy, no hemos podido tener un hijo. Queremos pedirle al Señor, por intercesión de san Miguel, que nos conceda esta gracia o, en caso negativo, que descubramos cómo hacer fecundo nuestro matrimonio.»
Descubramos cómo puede ser fecunda nuestra vida…
En la sociedad actual, no se debate sobre los deseos profundos de las personas. Recemos para que esto cambie.
Para ello, podemos servirnos de las palabras finales de la Encíclica de san Juan Pablo II, «Evangelium vitae», dirigidas a la Virgen María.
O María,
aurora del mundo nuevo,
Madre de los vivientes,
a Ti confiamos la causa de la vida:
mira, Madre, el número inmenso
de niños a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas
de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia
o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu Hijo
sepan anunciar con firmeza y amor
a los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo
como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud
durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo
con solícita constancia, para construir,
junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador
y amante de la vida.
Podéis contar con las oraciones de todo el equipo del Santuario de Alençon que os confía a la intercesión de Luis y Celia.
P. Thierry Hénault-Morel, Rector del Santuario de Luis y Celia de Alençon
Gracias por vuestra actividad misionera. El equipo del Santuario os pide que difundáis esta carta y que nos mandéis las direcciones de vuestros amigos para que podamos enviársela. Esta carta puede ser distribuida en papel, mostrada vuestras relaciones, a vuestro párroco…