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La familia de Luis y Celia – Carta n°29

13 de septiembre de 2019

«Mantener el rumbo»

«Con tal de llegar al Paraíso con mi querido Luis y verlos a todos allí, mucho mejor situados que yo, seré feliz. No pido nada más». Celia a su hermano Isidoro. CF. Nº20 del 23 de diciembre de 1866

Si tiempo de regresos rima con tiempo de proyectos, he aquí un anhelo de Celia Martin que fija el rumbo hacia la felicidad compartida.

Celia expresa su deseo de llegar al Paraíso cuando, en otras líneas de esta larga carta nº 20, pasa revista, con total realismo, a los acontecimientos muy diversos de su día a día:

Luis, un marido tan bueno, que está de acuerdo en recibir a su suegro con sus manías de anciano…
Este maldito encaje de Alençon que colma todos mis males….
La vida serena y tranquila de su hermana religiosa, que no trabaja para ganar riquezas perecederas sino que atesora para el cielo cuando, ella, (Celia), se ve aquí doblada hacia la tierra, haciendo un esfuerzo enorme por acumular un oro que no voy a llevarme conmigo y que no me quiero llevar.

En otras palabras, Celia mantiene el rumbo en la alegría y en la adversidad. Amplio programa de vida que invita a superar ciertos límites que, a veces, provocan un «mal vivir» en nuestra existencia.

Seguimos reflexionando con el Concilio Vaticano II y con San Pablo

«Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren son, a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del genero humano y de su historia.»

Esta introducción a la Constitución Pastoral «GAUDIUM ET SPES» sobre la Iglesia en el mundo actual, invita a mantener el rumbo en la diversidad de las realidades humanas, preservando los vínculos con los que nos rodean.

San Pablo por su parte, lo expresa así: «Bendecid a los que os persiguen, bendecid y no maldigáis. Alegraos con los que se alegran. Llorad con los que lloran. Tened un mismo sentir los unos para con los otros. No seáis altaneros, inclinaos más bien por lo humilde. No os complazcáis en vuestra propia sabiduría…» Rom 12, 14-15

Propósitos

Mantener el rumbo: Sí, pero ¿cómo? Reflexionemos sobre ciertos «mal vivir» que pueden existir en nuestra vida personal cotidiana.
Identifiquémoslos para mantener mejor el rumbo, el de la esperanza.

Qué me dicen las palabras de Jesús: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré?» Mt, 11
Celia las hizo suyas… ¿y yo?

Con la esperanza de ver a los suyos mejor situados en el Cielo que ella, Celia se abre a los demás para desear un felicidad compartida. De la mima manera, en su Exhotación Apostólica «Vive Cristo, nuestra esperanza», el Papa Francisco nos invita a salir de nosotros mismos y nos advierte de la amenaza «de la lamentación, de la resignación.» Nº141 Más adelante señala que: «la energía y el entusiasmo se debilitan por la tentación de encerrarnos en nosotros mismos, en nuestras dificultades, en nuestras quejas y en nuestra comodidad.» N°166
¿En qué ocasiones puedo darme y abrirme a los demás?

Rezar con las palabras de un Canto : «Vive la esperanza»

Manten la esperanza en cada momento de tu vida.
Abre los ojos.
La esperanza está brotando.
Cántale en plena noche, en pleno día.
La esperanza está brotando.
Ábrele tu vida.

1. No te quedes de brazos cruzados viendo pasar el tiempo.
¡La esperanza te invita a imaginar!
Tienes en la cabeza un montón de ideas que necesitan germinar.
¡La esperanza te ayudará en tus proyectos!

2. No te quedes mirando hacia abajo viendo sólo la punta de tu nariz.
¡La esperanza te dice que mires hacia arriba!
Así que, tómate un tiempo para detenerte, escuchar, observar.
¡La esperanza te enseñará a maravillarte!

Podéis contar con las oraciones de todo el equipo del Santuario de Alençon que os confía a la intercesión de Luis y Celia.

Guy Fournier, diácono, adjunto al Rector del Santuario de Luis y Celia de Alençon

Gracias por vuestra actividad misionera. El equipo del Santuario os pide que difundáis esta carta y que nos mandéis las direcciones de vuestros amigos para que podamos enviársela. Esta carta puede ser distribuida en papel, mostrada vuestras relaciones, a vuestro párroco…