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Misa de apertura del Jubileo – sábado 7 de julio de 2018

Misa de apertura del Jubileo – sábado 7 de julio de 2018 – Basílica de Nuestra Señora de Alençon
Misa votiva: María, Madre de la Iglesia

Homilía de Mons. Jacques Habert, obispo de Séez

Este fin de semana tiene lugar la apertura del Jubileo del 160 aniversario del matrimonio de Luis y Celia MARTIN. Hace 160 años, en la media noche del 13 de julio de 1858, en esta iglesia de Nuestra Señora, Luis MARTIN y CELIA GUERIN celebraron su matrimonio con toda sencillez y amor ante un número reducido de personas.

En ese momento, ninguno de los dos podía imaginar que 150 años después serían beatificados, que 157 años después serían canonizados y que 160 años después tendría lugar la apertura de un Jubileo en esta ciudad de Alençon donde ellos vivían.

En Luis y Celia vemos cumplidas las palabras del apostol Pablo en su carta a los Corintios: Dios ha escogido a los que el mundo tiene por necios para confundir a los sabios.

Luis,y Celia se casaban -ambos quisieron ser inicialmente religiosos- y hoy son el primer matrimonio canonizado juntos en la historia de la Iglesia. « Mis caminos no son vuestros caminos »-dijo a menudo el Señor. Sus caminos son caminos de santidad, de don de uno mismo y de abandono a la voluntad de Dios.

Este es el camino que Luis y Celia emprendieron y en el que nos han precedido.

La Iglesia y nosotros tenemos que descubrir el signo que Dios nos da a través de Luis y Celia. Un signo que nos ofrece en un periodo donde la situación del matrimonio y de la familia no está pasando por buenos momentos y sufren grandes ataques.

El riesgo que corremos los que tenemos en cuenta la vida de los santos es hacer de ellos seres irreales e intemporales. Cuanto màs se lee la vida de Luis y Celia, su correspondencia, más nos damos cuenta de que su vida fue la de un matrimonio, la de una familia en la que la fe ocupó siempre el primer lugar, sin que esto quiera decir evasión o huida del mundo.

Luis y Celia vivieron su fe en un tiempo del siglo XIX -pleno de poder y debilidad- en el que les tocó vivir. No encontraremos en ellos ninguna cosa extraordinaria- a no ser hacer extraordinariamente bien lo ordinario- ningún tratado sobre el Sacramento del Matrimonio, ninguna revelación particular. En cambio, sí encontraremos un gran amor a la Misa parroquial, un extraordinario amor a sus hijos respetando la forma de ser de cada uno, un inmenso gran amor recíproco , un enorme amor a toda la familia más allá de los inevitables ajustes que tuvieron que vivir a lo largo de su vida.

En su exhortación reciente sobre la santidad, el Papa Francisco nos da excelentes consejos en este sentido. Al hablar de los rasgos de la santidad se fija, sobre todo, en la audacia y el fervor :¡A veces nos sentimos entumecidos por el confor de la orilla pero el Señor nos llama a navegar más adentro, a lanzar las redes a aguas más profundas!

Podríamos seguir multiplicando los ejemplos de audacia y fervor en la vida de Luis y Celia.

A todos los que habéis venido a la apertura del Jubileo os ruego que pidáis la gracia de esta audacia y de este fervor. Como Luis y Celia tenéis vuestros deseos, como ellos vivís, quizá, situaciones profesionales o parroquiales complicadas. Como ellos tambien os preguntáis cómo será el futuro de vuestros hijos.

Luis y Celia no tienen una receta mágica como respuesta, no la tuvieron tampoco para ellos. Pero tienen una línea de conducta que confiaros y que Dios os la puede conceder por su mediación.

Para la apertura de este Jubileo, hemos elegido celebrar la misa de María Madre de la Iglesia. El Papa Francisco instituyó esta fiesta obligatoria- se debe celebrar el lunes de Pentecostés aunque también puede celebrarse en otras fechas, principalmente los sábados.

El 13 de mayo vivimos en nuestra Diócesis la consagración de la misma a la Virgen María y por eso comprendemos muy bien que María es Madre de la Iglesia. María es Madre de la Iglesia porque con su actitud nos indica cuál debe ser la actitud de la Iglesia y la nuestra, como hijos suyos.

Estas actitudes son esenciales y la Iglesia debe mantenerlas y vivirlas.
La palabra de Dios, que hemos escuchado esta mañana, ilustra perfectamente lo anterior.

Luis y Celia hubieran comprendido muy bien esta fiesta de María, Madre de la Iglesia porque tanto el uno como la otra fueron personas de oración y tuvieron de un gran amor a la Virgen María. Recordemos el lugar que María, Virgen de la Sonrisa, ocupó siempre en su familia. Pensemos en este Santuario de Nuestra Señora tan próximo a su casa y a sus vidas.

Nuestra presencia hoy en esta Basílica es un regalo del Señor. Tengamos la delicadeza de abrirlo, de comprender y aceptar su valía. No está en juego solamente nuestra vida en la Iglesia, también lo están los fundamentos de la vida de nuestra sociedad.

¡Qué llevemos en nuestro corazón esta intención durante las horas que pasemos juntos!

No os olvidéis de pedir la gracia del Sacramento del perdón ni de rezar ante las reliquias de Luis y de Celia. El Papa Francisco ha concedido para todo el año el hermoso regalo de la Indulgencia Plenaria.

¡Qué este Jubileo traiga muchos frutos para todos ! Se lo pedimos al Señor en esta Eucaristía.